Tu rincón

viernes, noviembre 24, 2006

Clichés de ayer, enamorados de hoy

Para Walter Riso, que acaba de publicar en España '¿Amar o depender?' (Ed. Granica, 14 euros), sucede que 'no hemos avanzado mucho en esto del amor; sobre todo, a la hora de aceptar un amor más realista y menos quimérico.

Aún creemos que existe un cóncavo-convexo, un alma gemela que encajará con nosotros. Éste y otros mitos (sólo se puede amar a una persona a la vez, el amor es eterno...) han distorsionado la experiencia vital de amar'.

Resultado: cuando ese amor idealizado y la cruda realidad se ven las caras, hay quien se siente estafado y tira la toalla. En el otro extremo están los enamorados prácticos, convencidos de que el amor es para quien se lo trabaja y de que hay que luchar para que dure toda la vida.

Pero en una época dominada por la búsqueda del goce instantáneo y la seguridad, estos amantes son una especie en peligro de extinción. De entrada, no queremos un amor que entrañe riesgo, sino estabilidad; tampoco queremos vivir en la locura, sino en el control; y no buscamos compartir un lugar en el infierno de los amantes, sino hipotecas y tareas domésticas. Lejos de fundirnos con el otro, mantenemos cierta distancia de seguridad respecto a él, 'por lo que pueda pasar'.

La mujer, que fue la guardiana del amor cuando estaba circunscrita al hogar, convive hoy con los varones en una sociedad hedonista. El terapeuta Walter Riso advierte que esta filosofía del placer nos ha llevado a vivir la experiencia amorosa como algo descafeinado: 'Tratamos de salvarnos de su lado doloroso. Jugamos a la indiferencia, a la soledad, a la autonomía...

El gran amor es hoy más racional, o al menos eso intentamos, porque seguimos sin poder evitar el enamoramiento y las alteraciones que nos produce'. La directora de investigación de la francesa Organización Nacional para la Investigación Científica (CNRS), Janine Mossuz-Lavau, lo ve menos negro: 'Durante mucho tiempo, el goce femenino fue considerado insignificante. Pero hoy, muchos hombres afirman que para que ellos sientan placer, sus parejas deben sentirlo también. Soy optimista sobre el futuro del amor, porque veo que hombres y mujeres se comunican y se muestran mayor respeto'. Que Cupido la oiga.

miércoles, noviembre 08, 2006

¿Con qué frecuencia debe practicarse el sexo?

Para algunas personas una relación semanal es suficiente, para otras cinco veces por semana o dos veces al año. En esto, las cifras generales son peligrosas y pueden llevar a sufrimientos innecesarios, pues depende de la persona y de las circunstancias. Por ejemplo, la primera etapa en la relación de pareja se caracteriza por la frecuente actividad sexual. A medida que la pareja se asienta, se interesa menos por la cantidad y más por la calidad. Tanto el deseo sexual como la respuesta sexual varían: puede haber etapas de gran pasión y otras en las que el interés decae, pero eso forma parte de la vida y de las circunstancias del momento.
DISTINTOS RITMOS SEXUALES
Las discrepancias son normales en cualquier pareja, uno puede querer hacer el amor más frecuentemente que el otro, una quiere hacer el amor por la mañana y al otro le gusta sobre todo por la noche, etc. Los patrones sexuales en una pareja se fijan en los dos primeros años: los hábitos, quién es más activo, poder decir 'no' sin enfados... Es importante desechar los tópicos como: 'No debo excitarme antes que ella', 'lo importante es llegar los dos al mismo tiempo', etc., porque esas creencias llevan a muchas parejas a la insatisfacción y a la infelicidad sexual, a la búsqueda del orgasmo perdido. Los ritmos sexuales tienen que ver con conocerse, comunicarse, jugar, seducir, no estar con el cronómetro en la mano...; son descubrimientos personales donde no hay recetas.
HOY NO ME APETECE
El deseo sexual no es algo que se agita, se dicen las palabras mágicas y funciona. Hay personas que mantienen relaciones sexuales por no defraudar, por miedo a decir 'no', etc. Es importante saber que nuestro deseo puede variar en función del momento y de cómo nos encontramos. Comunicarnos implica expresar lo que nos apetece y no nos apetece, lo que sentimos, cuándo necesitamos abrazos y cuándo necesitamos sexo. Discrepar es lo más natural, porque hablamos de impulsos y deseos sexuales. Sólo cuando no tenemos en cuenta nuestros deseos es fácil llegar a la insatisfacción sexual.